Soy madre soltera de dos hijos y hace 4 años me separé de su padre. Desafortunadamente, salió muy mal, su padre los abandonó y desde entonces siempre he sentido que mi hijo mayor se había visto muy afectado. Esperé hasta reunirme con un terapeuta de confianza para que mi hijo entrara en terapia. Así que conocí a Gabriel, que comenzó a seguir a mi hijo de diez años. Durante las vacaciones de verano, mi hijo entró en una terrible crisis después de privarlo de los videojuegos porque estaba abusando de ellos. Se estaba poniendo violento a la menor frustración y realmente me sentí desesperada hasta el punto de pensar en un internado porque no veía cómo iba a ser capaz de manejarlo. Gabriel me ofreció llevarlo por una semana bajo cuidado. No dudé ni un segundo. Era una oportunidad para respirar y una mano extendida que no podía rechazar. Realmente sentí que mi hijo estaba poseído porque había mucho odio en sus convulsiones. Me sentí totalmente impotente frente a esto, totalmente desesperado, pensando que no estaría a la altura de manejar esto. Me dije a mí mismo: siempre y cuando Gabriel pudiera traerme a mi hijo pequeño. Cuando mi hijo regresó, día y noche. Estaba mucho más tranquilo. Gabriel me dio algunos consejos que seguí y realmente no más convulsiones. Podría enojarse un poco, pero como un niño normal. Algo había cambiado realmente. Gabriel me dijo que si realmente quería que se hiciera el trabajo, yo también tenía que hacer una semana de cuidado. Acepté porque soy consciente de que en cualquier relación, especialmente entre madre e hijo, no hay curación real si la madre no es tratada. Fue la semana más larga y más corta de mi vida, intensa, profunda, difícil a veces, agradable también (poder desconectar del teléfono, las pantallas, la vida cotidiana y sus mil requisitos, vacaciones reales en resumen...) Pero bueno también con sus pruebas, superación de uno mismo, sus miedos, ataques de lágrimas pero también risas y grandes realizaciones ... Cuando volví entendí la importancia para mí de haber hecho este trabajo, para mí y para mi relación con mi hijo, de lo que podía proyectar, de desensibilizarme en lugares donde podría haber explotado, de lograr tomar distancia donde había automatismos... Y así también me parece más justo. Creo que en cualquier relación, cada uno debe hacer su parte del trabajo, limpiar sus sombras, heridas para volver a sí mismo y al otro con una nueva postura. Agradezco mucho a Gabriel su apoyo, su inteligencia y su compromiso. Como le dije, en esta vida paso por grandes pruebas, pero también siento que tengo un buen instinto para encontrar a las personas adecuadas que me ayuden a crecer. Otro maestro en camino a quien agradezco por existir y compartir su conocimiento. Agradezco al universo también por guiarme como lo hace. Agradezco a mi gran amigo por cuidar de mis hijos durante mi jubilación en Gabriel's. Y le agradezco a mi hijo, otro maestro en mi camino que me empujó a hacer el trabajo. Le deseo el mismo apoyo. Y si usted es un padre preocupado y desesperado como yo, le diría que en 2 semanas su problema puede parecerle distante. 2 semanas donde el tiempo se expande... 2 semanas que no te puedes perder... Gracias de nuevo, Gabriel... Un ángel en mi camino (como su nombre indica)